No tocar
La sensibilidad a niveles altos es dolorosa, y es como si mi piel ardiera en estos momentos ante el más mínimo acercamiento.
Ni hablar de contacto…
Cancelaría mis compromisos, mis levantarme y acostarme, mi parpadeo en minutos donde nuevamente debo comenzar a planificar una reparación de todo.
¿Cuántos platos debo volver a pagar?
¿Cuantos debes volver a pagar tú?
Me he quedado pequeño a las expectativas de todos, y nunca me levantaré. Estoy tan aturdido y anulado por las alturas a las que no pertenezco, que el vértigo de caminar con la vista hacia abajo me acaba por acobardar y dejar mal frente a todos.
Odio formar parte de mí, y que me hayan estructurado con esta mentalidad, personalidad y presencia de mierda. Tanto que si no fuera porque conozco la verdad mi cráneo ya se hubiese reventado.
Y aún así, con todo, me aferro a los ojos que dicen amarme, que aunque a veces no los siento genuinos, por mis propias inseguridades, me hacen quedarme unos instantes más aquí.
No hay mucho de lo que hablar, ni mucho en lo que pensar, sólo me quiero recuperar un día, y saber qué siente el que, sin miedo alguno, da el paso fuera de su casa un lunes por la madrugada, sabiendo que no volverá.