Seleccionar página

Beltsasar

De pronto entendí tus razones, lo que había tras bambalinas, donde en oscuridad plena calculaste movimientos y sin consultarme, sucumbieron mis suelos ante tu fíat.

Decir que fue mi propio intelecto el que descifró este misterio, sería de arrogancia suma. Porque las cosas que no he visto, no puedo saberlas, y las sé, como si me fueran familiares. Y es un placer, déjame decirte, vivir la decepción de que ya no es un misterio todo esto, porque lo oculto siempre fue mi deleite. Tal vez por saberte existente y superior, y yo indigno de comprender la amplitud de tu vasta ciencia, como un niño confía en quien lo cuida de lejos.

Más que abrir mis ojos, configuraste algo en mi realidad. Casi como si por unos diez minutos tocaras mi frente y dejara de ser humano. Lo veo todo, y aunque hay algo de tristeza en mí por no haberlo visto antes, coincido contigo en que no soportaría tal carga de ir por la vida y valerme por mí mismo.

Sólo tengo algo que pedirte. Que no te vayas de esa oscuridad, y que lo que dure y tenga que durar mi vida, espérame al bajar de la colina, con cada una de las cartas que te escribí… Para volverlas a leer, y tú me cuentes lo que sentías por mí.

Y si este lapso donde mi alma bebió de tu agua y pude conocer lo que es tu propia mente en una parte tal vez ínfima y minúscula, tal vez sólo comparada al tamaño de un átomo frente al universo, se me olvida, como ahora se desvanece poco a poco, permíteme la dicha de volver a leer este escrito. Para saber que, al regresar a mis cabales y límites, tuve el privilegio un día de tener la certeza de que estás en control de todo, y conocer la absoluta consciencia de tus propósitos.

Y probar de nuevo, remotamente, y tal vez en la más metafísica de las imaginaciones, tu sabiduría infinita y eterna.

Un café en Boulân

Este secreto que bien conoces, y este rincón de mi mente que seguramente también, mejor que yo. Estos deseos que ya no me caben de lo grandes y lejanos que los veo, me pregunto si valdrá la pena repetírtelos.

¿Por qué insistes en que sea insistente si sabes con detalle lo que mi boca dirá? Y probablemente me digas que es para probarme, cuando estoy sin querer seguir soñando porque me muero de miedo por fallarle. Y creo en ti, pero necesito saber que estás conmigo, y perdón si soy negligente al decir que alguna vez me he sentido solo, desamparado e inútil ante todo esto.

Nunca fui bueno hablando, pero si algo de compasión por mí tienes, te ruego que escuches cuando te pido con mi voz y sin voz que me ayudes, que ya no importa si hay o no un café en Palermo, ni si hay o no una vista majestuosa a la ciudad. Sólo te pido el sustento necesario, y te juro que no volveré a decir que fue fácil.

Tal vez no medí palabras cuando dije que me dejaras ser el ciego, hoy creo que lo soy. Déjame ver de nuevo, por favor, y verte a ti, y a nadie más que a ti.

Por ella, Señor..

Densidad

Sácame o déjame siempre en medio de esta niebla, y me encargaré de hacerlo yo, con hielo y cuchillos.

Exilio

El sentido existe, pero existe porque fue creado. ¿Qué hacías antes de eso? Me lo pregunto porque en algún instante no existía, y todo seguía tal cual, fuera de nuestra presencia. No pretendo caer en el existencialismo y decir que alguna ventaja hay en no haber nacido, pero si mi destino y desembocadura de mi sentido de todas formas es la muerte, ¿por qué no ahorrarnos el preámbulo?

Declaro que no puedo, tampoco quiero y me rindo, no hay manera alguna de ser lo que debería ser. Que se acaben estos cálculos interminables en mi mente, que se vayan de una vez por todas los sueños de haber crecido, y que se termine, por favor.

Que se termine esta noche, y si es con dolor, que lo sea pero que se termine.

Homínido

Sé que no he sido un buen hijo, me reconozco pecador, rebelde, incluso por momentos desafiante, y por eso (porque no hay peros) es que hoy necesito de tu ayuda, porque Tú lo eres todo, eres el que limpia, rectifica y me vence. Encomiendo mi vida, mi futuro, mis planes, los que serán y no serán, porque sólo Tú los conoces y estás en ellos antes que yo, sobrepasas todo con creces, y estás cuando empecé, y estás cuando terminaré. Tu presente es mi futuro, y estoy en tus manos.

Tal vez pedir perdón sea repetitivo, vacuo a este punto, pero conoces mi corazón, y ya no lo considero valorable, ni siquiera para ser escuchado o mirado por el Dios al que hoy le escribo. Sin embargo, Tú me creaste, pensaste en mí y ocupé un lugar en tu corazón, fui parte de tus pensamientos y me has amado. Sé que al final de todo, ni siquiera triunfaré yo, ni tendré un mérito, sino Tú, y si estoy contigo todo, absolutamente todo obrará para bien.

Porque para los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien. Y con toda mi miseria, mancha, pecado, me es inevitable sentir lo minúsculo y profano que sería pronunciar un te amo, pero ayúdame a amarte, porque no sé hacerlo.

Si quieres limpiarme, te lo ruego.

Esa columna de fuego

Cuánto tiempo, Señor…

Sé que no te has ido y has caminado a mi lado cada milla hasta aquí. Pero no he querido mirarte, pues la arena golpeaba también tu rostro, y espinos rasgaron parte de tu ropa.

Sentía que moría de sed, de hambre, de calor, pero no me moría.

Siempre pensé que en el desierto sólo había luz por el Sol, pero gran parte del camino eras Tú quien lo iluminaba, de día y de noche.

Recuérdamelo siempre ¿sí? Que me amas en las madrugadas y en las noches, que me amas en los inviernos y en las primaveras. Y todo estará bien.

No salgas fuera

Si supiera que lloras por mí afuera de mi tumba, te pediría que no hagas caso a tu dolor. No me devuelvas la vida, está bien así.

Lo absurdo de pensar que si hubiera podido decidir existir, sabiendo que no hay conveniencia en no hacerlo, tampoco alivio. Sin embargo, decidiste crearme… ¿para qué? Perdón que pregunte, no lo hago sin reverencia.

Hoy es un momento, no quiero pensar en el futuro porque me da miedo, y tampoco en el pasado, porque me dan ganas de morirme. Me he detenido a sentir esta herida, a prestar atención a lo que tienes para decirme, y si no tienes nada para decirme, a tu silencio.

¿Cuánto más? ¿Días, semanas, meses, años o décadas? Tal vez me queden horas de vida, tal vez sea el mejor momento para decir que simplemente no pude, que no hay más tiempo, que no hay más ciudades, ni estaciones, ni paseos, ni decisiones estúpidas. Ni siquiera te conocí del todo, creí que vería más de ti.

No me llames afuera cuando esté dentro. Déjame así, por favor, así como si nunca hubiera pasado por tu mente.